La luna

Desde hace más de 25 años se venden parcelas en la luna. Incluso existen embajadas lunares (no sé si con pasaporte del cuerpo diplomático).

Si a eso le añadimos la cantidad de arquitectos, aparejadores, constructores, albañiles en cualquiera de sus especialidades que se han quedado en paro, ya lo tenemos. Hay que montar empresas que construyan en las parcelas. Y luego promotoras que vendan las casas. De ese modo los viajes que ahora son carísimos, bajarán de precio. Las parcelas, que ahora son baratísimas, subirán. Y daremos salida a un montón de parados, reflotaremos negocios en bancarrota, florecerán nuestros marchitos polígonos industriales, se venderán hormigoneras, camiones y coches para la luna a montones.

En la luna luego hay que montar centros comerciales, restaurantes, cines (todo para el ocio porque a la luna se va de ocio, no nos engañemos), gasolineras con túnel de lavado, instalaciones deportivas, zonas verdes (bueno, de esto no estoy muy segura), rutas guiadas en vehículo lunar apropiado, centros de culto de las diferentes religiones, panaderías, tiendas de comida preparada, centros médicos, hoteles y todo aquello que se vaya necesitando que será mucho.

Es que a veces no vemos más allá. Hay que abrirse a nuevas posibilidades.

Autor | Chus Vidal

Foto | Luz Adriana Villa A. en Flickr

Viajar al espacio

Igual soy yo la única que se pregunta, pero ¿esto cómo va? Lo he investigado un poco y veréis.

Pagas una cantidad de dinero con la que se podría alimentar a medio continente una buena temporada (he encontrado una oferta por 120.000 USD) y esto te da derecho a un montón de cosas, por ejemplo: un entrenamiento específico que, además de ser un derecho, es obligatorio. Después te meten en una nave, te elevan 100 km y la grandiosa experiencia consiste en contemplar lo negro que se ve todo, comprobar la curvatura de nuestro planeta y, nada más y nada menos que CINCO MINUTOS de ingravidez… El paquete se completa con cromos, pegatinas, una fiesta en la que se celebra que has gravitado y como colofón te regalan nada más y nada menos que unas alas de astronauta, que es como la corona del Burger King pero en rollo espacial. Pero es que, además, te dan un certificado que acredita que has vivido tamaña experiencia.

Otro día le dedico un ratito a la compra-venta de parcelas en la luna, que también promete.

Autor | Chus Vidal

Foto | Pandiyan en Flickr